lunes, 31 de diciembre de 2012
martes, 27 de noviembre de 2012
La mula y el buey
Creo que ningún medio de
comunicación ha dejado de hacerse eco de la noticia, según la cual el Papa
afirma en su último libro que en el portal de Belén no había ni mula ni buey.
Lo han comentado de forma jocosa unos; otros buscando llevar el agua a su
molino y frotándose las manos, porque así van a ir cayendo poco a poco los
mitos que nos habían contado como verdades.
Lo
cierto es que está creando sorpresa, estupor e incluso disgusto entre los
propios cristianos católicos, que no entienden por qué hay que tocar una
tradición tan arraigada y entrañable, siendo así que el asunto no se refiere a lo
esencial. Y yo creo que tienen mucha razón, sobre todo si se añade el “con la
que nos está cayendo”.
Pero
seamos justos: Joseph Ratzinguer se hace
eco de que en los evangelios de la infancia, ni San Lucas ni San Mateo refieren
la presencia de esos animales. Y es verdad. Pero tampoco resultaría extraño que
estuviesen en aquel establo, como ha supuesto la tradición popular cristiana.
Yendo
un poquito más al fondo, uno comprende la desazón de los católicos, que se
esfuerzan en mantener el portal en sus casas, en la entrada de su bloque, en
las plazas, en los colegios, frente a quienes desearían borrar todo vestigio de
la venida de Cristo; quienes ya no utilizan la palabra Navidad y la llaman
“estas fiestas”, intentado colarnos a Papá Noël, quien, por cierto, vestía
originariamente de verde pero cambió al rojo por imposición de Coca Cola.
Además,
convirtiendo en noticia algo con tan poco calado, damos una baza magnífica a
quienes les molesta la propia existencia del cristianismo, porque es incomodo y
saca los colores. Y es que en Navidad celebramos la Encarnación del Hijo de
Dios hecho uno de nosotros, uno de tantos, asumiendo nuestra propia humanidad y
compartiendo los avatares de la historia, sin permanecer, por tanto, ajeno a nada de lo que sucede. Nunca mejor dicho que “lo
sufre en propia carne”, como Él mismo afirmó muchas veces en el Evangelio.
Por
eso haríamos mejor en centrar nuestra atención en el misterio del Dios hecho
hombre, padeciendo Él mismo la falta de alimento, las penurias económicas, los
desahucios, el debilitamiento de los sistemas de protección, frutos maduros de
la injusticia y el ansia desmedida de riqueza y poder.
El
Portal es una venerable tradición cristiana. Ponga el portal y llénelo de
animales, incluidos la mula y el buey, pero no olvide que el centro es el Niño,
el Dios hecho hombre, ese encuentro misterioso, pero real, de Dios con la
humanidad, de Dios contigo y conmigo.
domingo, 11 de noviembre de 2012
La moneda de la viuda.
La moneda de la viuda.
11/11/12.
(A propósito del Evangelio de hoy,
Domingo XXXII del Tiempo Ordinario).
Si
uno viaja a Tierra Santa, encontrará que en todas las tiendas de recuerdos le
ofrecen unas moneditas muy parecidas a nuestros actuales céntimos, que se
llaman así: “la moneda de la viuda”.
Toma su nombre del evangelio que hoy leemos en toda la Iglesia: Efectivamente, dice
San Marcos en 12, 38-44 que Jesús alaba a una pobre mujer, “que pasa necesidad”, y que echó en el cepillo del templo “lo que ella misma necesitaba para vivir”,
frente a quienes depositaban grandes
cantidades “de lo que les sobra”.
Desde
luego Jesús no está hablando de economía ni de cómo sostener el templo, que
resultaría imposible a base de centimillos. Como en tantas ocasiones Él está
anunciando con estos ejemplos una novedad, el comienzo del Reino de Dios, que
ha venido a inaugurar y donde las cosas serán distintas.
Hoy
resalta Jesús dos características de este nuevo orden:
1.- No se construye ni con
apariencia, ni a base de injusticias, aunque se intenten disimular con ropajes
y palabras religiosas. El Maestro lo dice mejor: ”¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y
que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en la
sinagoga y los primeros puestos en los banquetes, mientras devoran los bienes
de las viudas con pretexto de largos rezos. Esos recibirán una sentencia muy
rigurosa”.
2.- Según sus palabras, el Reino se construye
con personas que se dan a sí mismas, que no se ponen en primer plano, que no
buscan su propio provecho. Por eso, el trabajo callado y humilde, la entrega
generosa a tareas sin relevancia ni reconocimiento social, lo despreciable para
este mundo, representado en la moneda de nuestra viuda, toma un valor incalculable.
En ella estamos incluidos nosotros y lo poco que podemos ofrecer. Pero nuestra
alegría es que eso lo valora el Señor, y no por darnos una palmadita en la
espalda y consolarnos sino porque somos los cimientos de la Nueva Ciudad, su
Iglesia.
Así
toma sentido el: “Bienaventurados los
pobres, porque de ellos es el Reino de los cielos”.
José Palomas Agout, párroco.
sábado, 3 de noviembre de 2012
Los veinte millones de euros
Mientras
tomaba un café oía a mis espaldas una serie de comentarios sobre el tema
estrella en estos días: el donativo a Cáritas de esa cantidad por parte de uno
de los comerciantes más ricos de nuestro país. Hablo de esto porque, a juzgar
por la conversación, parecía que el señor en cuestión se presentaría en Cáritas
con un saco, lo vaciaría encima de una mesa y, a renglón seguido, comenzaría el
reparto entre todos los pobres.
Resumiendo,
que dentro de pocos días yo iría al banco, me darían la parte de nuestra
Cáritas y lo repartiríamos entre las personas que acuden a pedir. Aparte de los
consabidos chistes maliciosos, como “la mitad se lo guardarán los curas”,
bromeaban con apuntarse ellos también por si cae algo. Con los argumentos de
estos contertulios, si Cáritas está ayudando directamente a más de un millón y
medio de personas, tocarían a poco más de diez euros, y eso sin desquitar, claro, la parte de los
curas.
Pero
las cosas no son así, porque ni el donante ni Cáritas son tan torpes. ¿Cómo se
hace, entonces? Pues se redacta un convenio entre la fundación creada por este señor
y la Institución Cáritas Española, donde se especifica la cantidad, el tiempo
de duración, las parcelas en que el donante desea que se emplee
proporcionalmente, la forma concreta en que irán haciendo efectivos los pagos,
la justificación, el seguimiento y, normalmente, la auditoría por una entidad
externa a ambos. Entonces es cuando se firma y comienza a ponerse en práctica.
Tal
vez ayude un ejemplo tipo. Supongamos que unas monjitas quieren poner en marcha
un comedor social para indigentes. Pues deben presentan el proyecto a Cáritas
Española, incluyendo todos los gastos que originaría: local, electricidad,
personal, alimentos, etc, etc. Ese proyecto es estudiado entre otros muchos que
se presentarán, como es natural. Y, si se amolda a la voluntad del donante y el
beneficio para los pobres compensa el gasto, es aprobado total o parcialmente.
A partir de aquí la institución que regenta ese comedor social presenta
mensualmente las facturas de gastos, que es abonada con dinero de la donación.
Naturalmente no se aceptarán facturas que no reúnen todos los requisitos
legales, puesto que las cuentas serán auditadas.
No
es la primera vez que Cáritas recibe donaciones de particulares o subvenciones
de organismos oficiales. Tiene, por tanto, mucha experiencia en este tipo de
actuaciones y goza de gran prestigio, porque es exquisita en la justificación cuentas.
Para corroborar lo dicho baste recurrir al ejemplo de este señor, que conoce el
mundo y no parece que se deje engañar fácilmente. Pues bien, él ha confiado precisamente
en la Institución Samaritana de la Iglesia Católica. No hay dinero en maletines
o bolsas de plástico, ni se lo reparten en una habitación cerrada al estilo
Alí- Baba.
viernes, 2 de noviembre de 2012
Por qué no conocen a Jesucristo
Según fuentes de la Conferencia Episcopal Española, en
palabras de Monseñor Munilla, obispo responsable de pastoral juvenil, el 50% de
los jóvenes españoles no conocen a Jesucristo.
Naturalmente, al ser
una media habrá diferencia entre las distintas regiones e influirá bastante la
formación que estos jóvenes poseen; “no
conocen” significa que, aunque muchos sean capaces de identificarle en las
distintas formas en que se manifiesta
artísticamente, no saben nada más de El: su vida, su enseñanza, su doctrina; no
han leído nada del Evangelio ni son capaces de recitar el padrenuestro y, desde
luego, la práctica se reduce, si es el caso, a momentos puntuales, que no dejan
huella en sus vidas.
Es necesario recordar
que en la sociología actual el concepto
de juventud abarca un periodo muy amplio de la vida, podemos estar hablando de
personas que tienen bien cumplidos los treinta. Los obispos se refieren, por
tanto, no sólo a los adolescentes, sino también a los padres y madres de niños
en edad escolar, incluso universitarios. Al no conocer ellos a Jesucristo,
tampoco pueden transmitirlo a sus hijos. “Se
ha roto la cadena de transmisión de la fe”, afirman, quedando en manos de
algunas abuelas la primera iniciación cristiana, papel que tradicionalmente ha
correspondido a los padres
Para los creyentes,
todos los acontecimientos son una llamada de Dios a la conversión; cito estos
datos en sentido creyente y, por tanto, no deseo que sean en forma alguna interpretados
como derrotismo; son un acicate para
ponernos a trabajar. La conclusión de nuestros obispos es que España ya puede
considerarse como “un país de misión”.
Leído lo anterior, ¿qué
podemos hacer nosotros?
1.- Tanto el Papa como
nuestros pastores nos están recordando en este año de la fe que todos somos
misioneros desde el día de nuestro Bautismo. Tal vez para nosotros ser misionero
no sea discutir ni ir tocando de puerta en puerta, pero sí intentar transmitir
nuestra fe a quienes tenemos más cerca. Primero con el ejemplo, pero además con
la palabra y los medios adecuados. Es una tarea larga, como todo proyecto
educativo, que requiere paciencia y tacto: no vamos a avanzar ni un milímetro
con largos discursos o riñas. Dicen los expertos pastoralistas que la Iglesia, es
decir, nosotros, tenemos que aprender a
hacer cristianos, porque hasta hace no mucho tiempo nos venían dados por la
sociedad, y eso ya no sucede.
2.- Nos ayudará
bastante no dejar esta tarea exclusivamente en manos de los sacerdotes, los
religiosos y religiosas, los profesores de religión, etc. Su tarea es servir de ayuda, pero, si no tienen eco en
la familia, en los amigos, en el grupo con que se reúnen los jóvenes, se abre
una brecha entre lo que dice el cura, lo que oigo en la iglesia y lo que dicen
mis seres más cercanos. (Como
ejemplo, aunque no es el único, sucede muchas veces con los niños y niñas de
comunión).
3.- Ayudará bastante
que los mayores dejemos de recurrir a los famosos “tiempos dorados” de mi juventud. Esa añoranza no es buena, porque
nos produce pasividad, esperando de brazos cruzados que vuelvan aquellos años
dorados. Es necesario recordar que, cuando los mayores nos referimos a “nuestra juventud”, quienes nos oyen aún
no habían nacido.
4.- Nuestra parroquia
está transmitiendo a los niños y niñas de comunión las verdades fundamentales
de la fe, gracias a los catequistas. Tenemos un grupo de confirmación, en que
se intenta poner a los jóvenes en contacto con Jesucristo. Después de recibir
ambos sacramentos nos preocupa la permanencia y eso ya no está en nuestras
manos, al menos totalmente. Aquí serían necesario adultos que los “adoptaran” para animarlos a seguir en
el camino que han emprendido.
Estas quieren ser unas
palabras de ánimo. Sabemos que Jesucristo tiene en sí mismo fuerza suficiente
para llenar de alegría la vida de quienes le siguen. Nuestra tarea es
presentarlo claramente, en este caso a los jóvenes. No es que se haya secado el
manantial sino que están faltando guías para acompañar a los hombres hacia él.
Cuentos para los niños de Primera Comunión
Parroquia de Ntra. Sra.
del Carmen.
Sanlúcar de Barrameda.
-“Ha llegado el correo”, dijo el secretario, mientras depositaba
un sobre encima de la mesa de trabajo. Miró por encima del cristal de sus gafas
de cerca y leyó “Carta a Dios”.
Efectivamente era para El. “Sanlúcar de
Barrameda, España”, decía el remite.
Entonces pensó: “Esto me huele mal”,
porque últimamente no le llegaban buenas noticias de ese país.
Como no tenía el ánimo para muchos sobresaltos,
-“A ver, Alborada, dijo a su
secretario, léeme la carta, que estoy muy cansado”.
Éste abrió el sobre con parsimonia, se aclaró
la voz y…
Querido Dios:
Somos un grupo de niños que vamos a hacer la Primera Comunión. Nuestras
catequistas nos han explicado que eres muy bueno y nos quieres mucho. También
nos han contado que llevas siglos y siglos intentando convencer a las personas
para que cambien y sean mejores, pero que, hasta ahora, no has tenido mucho
éxito. Y como la gente no te escucha, hay guerras, hambre, violencia y odio.
Pues nosotros hemos decidido echarte una mano y desde ahora nos vamos a
portar bien, ayudando en casa, haciendo las tareas del cole y no olvidándonos
de los pobres.
Así que cuenta con nosotros. Estos son nuestros nombres:
Rafael
Ahumada Romero.
Ana Belén Martínez Rondán
Sheila María Salguero Silva
Rita
Armentero Venegas
Rocío
Monge Sevillano
Andrea
Vidal de los Reyes
Ana
Atienza Serrano
Marina Pérez Pérez
Sergio
Ballén Sánchez
Alfonso
Palacios Pérez
Carmen
García Caballero de las Olivas
Yolanda
Domínguez Ruíz
José Luís
Díaz Cordero
Daniel
Sánchez González
Mercedes
Ancela Bustillo
Angela María Rendón Ramírez
José Carlos
Morales Bernal
Carmen María Ocaña Espinar
Estrella
Núñez Benítez
María
Calvo Pérez
Manuel
Vidal del Mora
Y no te preocupes,
ya verás como poco a poco todo se va arreglando.
Un beso grande.
Cuando el secretario terminó la lectura, Dios estaba limpiando sus gafas
empañadas por las lágrimas.
-“¿Ves como la gente es buena? ¿Cuántas veces
te he dicho que no seas tan pesimista?”
-“¿Yoooooo?”
-“Sí, tú. ¡Siempre con esa cara de palo! ¡Hay
que alegrarse, hombre! ¡La vida es bella!”
(Alborada guardó silencio. ¡Cualquiera contradice al jefe en estos
tiempos!)
Haciendo un gesto así con el dedo, Dios, le indicó que se acercara. Bajó la
voz y susurró:
-“¿No teníamos escondida
por ahí una botellita de Champán?”
El ángel dio un respingo y…
-“Pero, Señor, con todos los respetos,
recuerde que el médico…”
-“Y dale con el régimen. Anda, sé bueno. Es un
sorbito, un chin de nada. Total un día es un día”.
Reclinado en su sillón favorito se deleitaba con el hervir de las burbujas
en la copa. Entonces dijo:
-“¿No está un poco oscuro este despacho?”
Inmediatamente, Alborada subió las persianas y la habitación quedó inundada
por la luz de millones y millones de estrellas.
-“Je, je, jeeee. La verdad es que me costó
casi una semana de duro trabajo, pero ha quedado realmente mara-villoso”.
Cerró los ojos y pensó:
-“Ahora no sé qué es más hermoso, si el
universo o el corazón de estos niños.
¡¡Soy tan feliz!!
Entonces su ángel-secretario apagó la luz y lo cubrió con una mantita de
nubes, no fuera a coger frío.
Porque Dios se había quedado dormido. Chissssss.
Sanlúcar de Barrameda, 29 de Abril del 2012.
Parroquia
de Nuestra Señora del Carmen.
José Palomas Agout.
El Credo
Formación Consejo Local de HH y CC.
(22/10/12).
Apuntes para la charla.
1.- Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso,
2.- Creador del cielo y de la tierra, de todo lo
visible y lo invisible.
*No vamos a tratar propiamente de la
historia del credo.
*Este, conocido como Niceno
Constantinopolitano, que recibe su nombre de los dos concilios en que se fijó y
el Apostólico son profesados por
católicos, protestantes y ortodoxos.
§194. El Símbolo de los apóstoles, llamado así porque es
considerado con justicia como el resumen fiel de la fe de los apóstoles. Es el
antiguo símbolo bautismal de la Iglesia de Roma. Su gran autoridad le viene de
este hecho: "Es el símbolo que guarda la Iglesia romana, la que fue sede de
Pedro, el primero de los apóstoles, y a la cual él llevó la doctrina
común" (S. Ambrosio, symb. 7).
§195. El Símbolo llamado de Nicea-Constantinopla debe su gran autoridad al hecho de que es fruto de los dos primeros concilios ecuménicos (325 y 381). Sigue siendo todavía hoy el símbolo común a todas las grandes Iglesias de Oriente y Occidente.
§195. El Símbolo llamado de Nicea-Constantinopla debe su gran autoridad al hecho de que es fruto de los dos primeros concilios ecuménicos (325 y 381). Sigue siendo todavía hoy el símbolo común a todas las grandes Iglesias de Oriente y Occidente.
*El credo no
impone el resultado de una especulación de teólogos sino que compendia la fe
del pueblo creyente y la propone en las llamadas fórmulas, que dan unidad a
quienes profesamos la fe católica en toda la tierra.
1.- Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso,
Ø La palabra Creo, en primera persona del singular, hace referencia al
yo. La fe es siempre una aceptación personal y libre. Es un don de Dios, que el
yo acepta como un ejercicio de su autonomía. No es sumisión, sino afirmación,
grandeza, ejercicio de la libertad.
Tanto la enseñanza –catequesis- como
los testigos de la fe: los padres, los creyentes que nos rodean, etc., pueden
ayudar mucho, pero no son definitivos. Nadie debería afirmar que tiene fe si
nunca la ha asumido personalmente. La pertenencia al grupo de los creyentes no
proviene del ámbito social donde nos movemos: familia, colegio, amigos,
hermandades, etc.
Pero una vez afirmada personalmente
mi creencia, sí que formo parte de la comunidad que llamamos la Iglesia y en
ella reafirmo, comparto y celebro mi fe con los hermanos.
La opción de fe, siendo en su origen
personal, no permanece oculta en lo más recóndito del individuo, sino que debe
exteriorizarse en todos los ámbitos de la vida y encontrarse con otros
creyentes en la Iglesia, especialmente celebrando juntos la Eucaristía del
domingo, donde hacemos manifestación pública de ella en el credo.
Creer es un acto plenamente humano,
mediante el cual el hombre, usando su inteligencia y su voluntad, sopesando todas
las circunstancias, se decide libremente por la fe. El ser humano se realiza
optando, decidiendo continuamente, aún con el riesgo de equivocarse. La fe no
es el resultado de una demostración empírica, no es una evidencia; lo evidente
se impone y una inteligencia normal debe aceptarlo; propiamente hablando no es
un acto libre. La libertad se ejerce cuando se cree, no al constatar una
evidencia.
Ø Un solo Dios.
El cristianismo es esencialmente monoteísta. La primera revelación a su pueblo
por medio de los patriarcas es: “Yo soy
Dios, no hay otro Dios fuera de mí”. Con ese pueblo hace una alianza, un
pacto: “Tú serás mi pueblo y yo seré tu
Dios”. El Antiguo Testamento es la historia de las alegrías y los logros
cuando Israel es fiel a su Dios; y de las penurias y tristezas si rompe el
pacto adorando a otros dioses.
Creer es la afirmación de mi fe en un Dios único, al cual debe
supeditarse todo lo demás. Adorar a otros dioses del tipo que sean – en el
Evangelio se habla del Dios dinero- es caer en la idolatría. Creer en un solo
Dios supone que todo lo demás es secundario.
Ø Padre. Es la
revelación más luminosa que Jesús nos hace en los evangelios. Se dirige a Dios
como su Padre, pero nos enseña que también es Padre para nosotros, nuestro
Padre amoroso, que nos quiere por encima de nuestras miserias y que nos guía
por el camino del bien. (Parábola
del Hijo Pródigo, Padrenuestro).
Profesamos, pues, que no es un Dios
impersonal, terrible e inmisericorde; profesamos nuestra fe en su bondad y en
su insistencia para que nosotros la imitemos. No es un Dios que se desentienda
de sus hijos, sino que sufre con nuestras infidelidades y se alegra con nuestro
regreso al hogar.
Ø Todopoderoso.
Como adjetivación de Padre, tiene una connotación filial, de entrega a un Dios
que está empeñado en orientarlo todo para mi bien, incluso las cosas que no comprendo,
que no me gustan o que, al menos aparentemente, me perjudican.
Pero significa también que tiene todo
el poder, que nada ni nadie puede ensombrecerle. Si no es todopoderoso no es
Dios, porque habría alguien superior o igual a El.
No supone creer en un Dios que puede
actuar arbitraria o absurdamente; mucho menos que se mueva por impulsos de
humor o acepción de personas. Cosa distinta es que yo no alcance a comprender
por qué actúa así o suceden ciertas cosas. La fe también tiene un componente de
“a pesar de”. (Job).
2.- Creador del cielo y de la tierra, de todo lo
visible y lo invisible.
Ø Creador. Así
comienza el primer libro de la Biblia: “En
el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1,1). Nuestra fe proclama
que Dios es anterior a todo y el origen de todo. El término supone también la creación de la nada. No es,
pues, un Dios que pueda confundirse con la energía cósmica o cualquiera de los
demás elementos esenciales y originarios propuestos por la ciencia.
En el credo afirmamos nuestra fe en un
Dios personal, distinto de la creación y anterior a ella, porque es obra suya.
Confundir al creador con lo creado es una forma de panteísmo –todo es dios-, doctrina bastante secundada
consciente o inconscientemente en nuestro mundo y que da pie a una religiosidad
débil y difusa, descomprometida generalmente. Por el contrario, el cristiano sí
cree que Dios está en todo y en
todas partes, porque sigue creando, enriqueciendo y animando con su presencia
la obra de sus manos.
Ø Del cielo y de la tierra. La tierra, es decir, el lugar donde habitamos, y que vamos
conociendo en toda su riqueza y diversidad, gracias a los avances de la ciencia
y de la técnica. Ciertamente, el autor de Génesis 1,1 tenía una visión muy
local y limitada del significado de la palabra tierra. Podríamos afirmar que
nos separa de él un abismo, dada nuestra
percepción más global en todos los aspectos. Pero la fe en que Dios creó esta
tierra donde habito no está mediatizada ni por el tiempo transcurrido ni por el
mayor o menor conocimiento que yo tenga de ella.
Ø El cielo. Como
distinto, pero íntimamente ligado a la tierra. Son los dos elementos que hacen
posible y sostienen la vida, porque en el cielo Dios colocó el sol, la luna,
las estrellas, la lluvia, el viento.
El cielo representa la inmensidad de
lo desconocido y misterioso, por esta razón ejerció siempre una fascinación
sobre los hombres de todos los tiempos. Hemos avanzado mucho en el conocimiento de sus leyes internas y
desentrañado algunos de los enigmas, pero ello nos ha llevado a plantear nuevos
interrogantes, aumentando, si cabe, el
éxtasis inicial; basta ojear las noticias o leer algo sobre astrología y
astrofísica. Es curioso observar cómo van cambiando las teorías sobre el origen
del universo, probablemente porque la gran pregunta permanece abierta. Tan abierta
como para el primer hombre que miró al cielo.
Pues en el credo proclamamos que Dios
creó el firmamento, el cosmos, tal como es, no sólo tal como lo conocemos en la
actualidad. Por tanto, cada nuevo
descubrimiento no debilita la fe. En la hipótesis de que algún día la ciencia
terminara de explicar todos los misterios del universo, no haría más que
mostrarnos el cielo que Dios creó.
Ø De todo lo visible. En clara referencia a lo que podemos definir como maravillas, o sea,
aquellos fenómenos o situaciones que se producen por la conjunción de las
distintas criaturas. La creación está dotada por Dios de vida propia, que hace
que el hombre se sienta extasiado ante ella. Imaginemos una puesta de sol, una
aurora boreal, la cima nevada de una montaña a la caída de la tarde, el sonido
de una cascada, el murmullo de las hojas, el sonido de una flauta. Todo ello es
también creación de Dios.
Creemos que la creación no es estática, sino dinámica; en
Dios no hay momentos, comienza su actuación, que se prolonga ya eternamente:
crea y sigue creando, ama y sigue amando, salva y sigue salvando.
Ø Lo invisible.
Es decir, de todas aquellas realidades que no pueden ser directamente
percibidas por nuestros sentidos. Imaginemos todo lo contenido en la
angelología, tanto los que sirven a Dios y ayudan a sus criaturas, como quienes
se revelaron contra él y ahora hacen el mal. Dios no creó el mal; éste proviene
de las decisiones tomadas por sus criaturas - hombres y ángeles-, creados
libres.
Respecto al hombre, lo invisible se refiere también al mundo
espiritual, el alma, y a sus manifestaciones: el amor, la amistad, la
compasión, la ternura, que están insertas en el hombre como un todo y que
reflejan que fue creado a imagen de Dios.
Alabanza de la creación.
¡Aleluya!
Alabad al Señor desde el cielo,
alabadle en las alturas;
alabadle, todos sus ángeles,
alabadle, todos sus ejércitos.
¡Aleluya!
Alabad al Señor desde el cielo,
alabadle en las alturas;
alabadle, todos sus ángeles,
alabadle, todos sus ejércitos.
Alabadle, sol y luna,
alabadle, astros luminosos;
alabadle, espacios celestiales
y aguas que están sobre el cielo.
alabadle, astros luminosos;
alabadle, espacios celestiales
y aguas que están sobre el cielo.
Alabad el nombre del Señor,
porque él lo ordenó, y fueron creados;
él los afianzó para siempre,
estableciendo una ley que no pasará.
porque él lo ordenó, y fueron creados;
él los afianzó para siempre,
estableciendo una ley que no pasará.
Alabad al Señor desde la tierra,
los cetáceos y los abismos del mar;
el rayo, el granizo, la nieve, la bruma,
y el viento huracanado
que obedece a sus órdenes.
los cetáceos y los abismos del mar;
el rayo, el granizo, la nieve, la bruma,
y el viento huracanado
que obedece a sus órdenes.
Las montañas y todas las colinas,
los árboles frutales y todos los cedros; las fieras y los animales domésticos,
los reptiles y los pájaros alados.
los árboles frutales y todos los cedros; las fieras y los animales domésticos,
los reptiles y los pájaros alados.
Los reyes de la tierra y todas las
naciones, los príncipes y los gobernantes de la tierra;
los ancianos, los jóvenes y los niños,
alabad el nombre del Señor.
los ancianos, los jóvenes y los niños,
alabad el nombre del Señor.
Porque sólo su Nombre es sublime;
su majestad está sobre el cielo y la tierra,
y él exalta la fuerza de su pueblo.
su majestad está sobre el cielo y la tierra,
y él exalta la fuerza de su pueblo.
¡A él, la alabanza de todos sus fieles,
y de Israel, el pueblo de sus amigos!
¡Aleluya!
y de Israel, el pueblo de sus amigos!
¡Aleluya!
Amasay
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